Admitámoslo: el dinero es algo importante en la vida de todas las personas, pese a que asumir esta realidad pueda llevarnos a que la gente nos critique. Entonces, si esto es tan determinante, queda claro que es fundamental explicarles a los más jóvenes sobre la importancia de la plata y las maneras de administrarse correctamente cuando sean más grandes para no sufrir sobresaltos.
Es lo que haremos acá. Vamos a explicar conceptos básicos para hablar de dinero con nuestros hijos y daremos ejemplos sobre cosas concretas que pueden hacer para tener una vida económica organizada que los ayude en su adultez.
La mejor manera de enseñarles a los más jóvenes a tomar decisiones sobre la plata es comenzar desde muy pequeños. Podemos decir que es un aprendizaje similar al de la lengua madre.
Al momento de hablar de dinero con nuestros hijos, lo más relevante es hacerlo de forma muy clara y sencilla, sin palabras técnicas o sofisticadas. Se puede empezar explicando por qué es estratégico tener dinero y cómo se puede obtener y gastar de manera cuidadosa.
También es bueno contarles qué es el ahorro y sus ventajas. Siempre es conveniente explicar con ejemplos prácticos.
En mi opinión, el método más efectivo es contarles por qué el ahorro permite tener cada vez más dinero, por mal que suene. Y, seguido de esto, por qué el hecho de tener más plata nos beneficia.
Por ejemplo, si quiero comprarme un paquete de caramelos, voy a necesitar determinada cantidad de dinero, pero si quiero comprarme un auto a control remoto —siempre pensando en ejemplos que les gusten a nuestros hijos—, voy a necesitar mucho más.
Entonces, ahorrar me permite trabajar con el tiempo, la espera, para tener en el futuro lo que tanto quiero. Esta simple enseñanza puede cambiar la vida de una persona.
Es muy importante que, al hablar de dinero, los adultos no expongan temas que pueden resultar sensibles, como las deudas, sus preocupaciones o sus tristezas derivadas del dinero.
El ahorro tiene que tener un objetivo. Eso tiene que estar claro, para vos y para tus hijos. Ahorro para comprarme tal cosa, o para ayudar a una persona, o para pagar algo que ya me dieron. Atención: el ahorro como fin en sí mismo, es decir, cuando reservamos dinero porque sabemos que eso es bueno a largo plazo, se da en una segunda instancia. Primero, hay que hacer la costumbre.
Es importante que los chicos entiendan que la plata no sale de los cajeros automáticos o del homebanking, sino del esfuerzo del trabajo. El solo hecho de tener eso en consideración nos lleva a usarlo con más responsabilidad, porque solemos pensar cuánto nos costó obtener algo antes de desprendernos de eso.
En cambio, si el dinero “viene de arriba”, como de mamá o papá, difícilmente tengamos en consideración el esfuerzo que implicó obtenerlo. No se frustren. Por más que lo digan y lo repitan, sus hijos difícilmente entenderán ahora que trabajan mucho por ellos, pero quizás sí lo hagan en el futuro.
Hay varias alternativas para que los chicos ahorren. A continuación, algunas de ellas:
- Abrir una cuenta de ahorro para menores de 18 años en un banco y acompañarlos para que depositen regularmente allí una cantidad de dinero.
- Comprar una alcancía en la que se vaya acumulando el dinero. Es relevante, en este caso, gastarlo en algún momento, para que vean que el ahorro tiene un fin.
- Se puede regalar dinero para determinadas ocasiones, en lugar de obsequios materiales. Es otra manera de mostrar la acumulación de recursos, algo que suele ser efectivo. Claro que ese dinero regalado tiene que ir al ahorro, al menos, parcialmente.
- Hacer pequeñas inversiones. Puede ser un plazo fijo (a cargo de un adulto, pero que represente el dinero de un niño). Esto es muy interesante porque permite ver cómo se multiplica el dinero con la inversión, que es el paso siguiente al ahorro.
- Comprar un puñado de acciones de empresas similares. Así, tu hijo puede ser dueño de Disney.
Cómo hablar de dinero con nuestros hijos: dos consejos fundamentales
En la Argentina, el gobierno admite que un menor de entre 13 y 18 años pueda abrir una caja de ahorro para estimular las habilidades financieras de los más jóvenes y facilitar sus transacciones cotidianas, pudiendo acceder a tarjetas de débito y transferencias, entre otros medios de pago electrónicos.
Los expertos recomiendan, también, contarles a los niños cómo funciona el crédito. En este caso, la cuestión clave es comprender que para que alguien nos preste plata —como un familiar, o un banco—, debo ser confiable. Es decir, haber cumplido con mis obligaciones en el pasado, porque de lo contrario, no me prestarán en el futuro.
Después de todo, crédito significa justamente eso: te doy algo porque confío en vos; no traiciones mi confianza incumpliendo eso a lo que te comprometiste.
Es muy importante que, al hablar de dinero, los adultos no expongan temas que pueden resultar sensibles, como las deudas, sus preocupaciones o sus tristezas derivadas del dinero. Eso puede trasladar la preocupación a los más chicos, que no tienen por qué estar afectados por eso.
Hay otra cuestión clave. Para moldear una relación saludable entre los niños y el dinero es importante mostrar los límites que hay que imponer, o el autocontrol. Dicho en otros términos, de nada sirve que un niño se convierta en un astro del manejo del dinero si después se vuelve un obsesivo de la plata y posterga otros momentos valiosos de la vida.